Cuando uno mira la vida, el mundo y es capaz de ver más allá de sus intereses, su espacio físico y su persona, podemos sentir la actitud solidaria del ciudadano del mundo.
“Soy humano y nada de lo humano me es ajeno.”
- Terencio -
En el camino de la vida, como en el itinerario de un viaje, podemos percibir en un lugar destacado al viajero que se reconoce como miembro de la comunidad mundial y que es capaz de vivir como propios en cualquier rincón de este planeta el misterio, las alegrías y la desazón de la persona.
Es la actitud de Cicerón: "Mi patria está allí donde se está bien". La de Séneca: "No he nacido para un solo rincón; mi patria es el mundo entero". La de quien busca, por encima de todo, la común identidad de lo humano. La de quien, como León Felipe, quiere cantar a todos los pueblos:
“Sensibles a todo viento y
bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un mismo huerto.
Que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros.”